Ahora son estrellas mundiales del fútbol e iconos publicitarios, pero ni ganando un Mundialhan cambiado su forma de ser. Sencillos, humildes, trabajadores y, por encima de todo, amigos de sus amigos. Esa es la clave del éxito de la Selección y aquí os mostramos cómo comenzó todo hace muchos años.
Primeros de Mayo de 2001. España se medía a Francia en la final del Europeo Sub 16 enInglaterra. En la primera fase habían goleado con un juego exquisito a Rumanía y Bélgica, pero todo se complicó frente a Alemania. Moyá encajó un gol tempranero y desde ahí los germanos fueron al límite del reglamento. El objetivo estaba claro: había que parar a Iniesta a toda costa y tratar de impedir que los nuestros hicieran su juego.
A diez minutos para el final del partido, el manchego tuvo que retirarse lesionado. Tenía los ligamentos dañados y el árbitro del partido no dejó ni tan siquiera que los asistentes del equipo español entraran en el terreno de juego para atender a Andrés, con los tacos calvados sobre su tibia. España perdió ese partido (pasó a cuartos por la diferencia de goles), pero lo más grave fue que había perdido a uno de sus referentes dentro y fuera del terreno de juego.
Va por tí, Andresito
Ya sin Iniesta, en la segunda fase, el equipo de Juan Santiesteban superó a Italia en los cuartos de final (en la tanda de penaltis) y a Croacia en semifinales (3-0, con dos de 'El Niño' Torres). Y así llegábamos al gran día. En una de sus arrancadas en solitario, Torres trató de disparar dentro del área y consiguió arañar un penalti por manos de un defensor francés. El propio Torres tomó la responsabilidad de tirarlo. El cancerbero galo pareció intuir el pensamiento del de Fuenlabrada, pero el disparo es preciso, ajustado al palo derecho. Imposible de alcanzar. Fernando Torres exhibe una blanca con un mensaje de ánimo para Iniesta. No podía ser de otra manera, Andrés no estaba ahí con ellos pero sí en su recuerdo.
Tras el penalti, Francia presionó mucho en los minutos finales, pero España consiguió dejar la portería a cero y llevarse el título. Ese día, y por imposible que parezca, consiguió saltarse los férreos marcajes de la UEFA y dio la vuelta de honor con el resto de integrantes de la expedición española. De lo que allí se vivió, el momento más emocionante fue sin duda cuando Fernando Torres tuvo otro gesto de señor al saludar en directo en sintonía de Onda Cero a su amigo Andrés Iniesta, que desde Barcelona le escuchaba convaleciente de la lesión que se produjo en el partido ante Alemania. La conversación es digna de ser escuchada una y otra vez porque ese fue el comienzo de una bonita amistad y la demostración del gran porvenir que España tenía por delante, tanto por su talento futbolístico como por su calidad humana. El que siembra, recoge y España lo ha demostrado.
Para buscar los tres puntos Hodgson recuperó a Torres, Gerrard, Agger y Jovanovic para el inicio, los cuatro bajas en el partido previo de Turquía. Y el arranque apuntó maneras con Torres volcado arriba. Suyo fue el primer remate entre los tres palos. Agotó la banda izquierda, abrió ángulo y lanzó un disparo frenado en seco por los guantes de Carson. Un error de Odemwingie propició la segunda ocasión clara del ‘9’, que recortó y chutó contra la pared de centrales. Mandaba el Liverpool en la medular, acaparando el balón pero laxo en la presión y echando en falta más profundidad. Como remedio se intentó potenciar el robo y buscar conexión con Torres y Gerrard, en largo o en corto, en la banda o con pase al centro. 
Y el partido acabó por romperse. Con los locales volcados, el West Brom quiso sacar cabeza y casi lo consigue con otra doble acción, esta vez bien atajada por Reina. Pero el gol estaba reservado para Torres. En una contra vertiginosa el ‘9’ estrenó su cuenta de la temporada con un gol vital para su equipo. Reina sacó con la mano hacia Kuyt, el holandés combinó de pared con Torres y devolvió después templada a la frontal. El madrileño, sin pensarlo dos veces, empalmó con la diestra duro, pegado al palo izquierdo para marcar el primero del partido. Y al rato pudo caer el segundo, de no ser por Carson. Gerrard la puso de pase cruzado al palo largo y Torres remató a bocajarro con la única oposición del meta. Incluso provocó la expulsión del defensor Morris al sufrir una patada peligrosa antes de ser sustituido en el 88' por Ryan Babel. Al final apretó a la deseperada el West Brom, pero su tardía reacción no le bastó para alcanzar la igualada.
Sin cambios en el segundo tiempo. El color de los primeros 45 minutos se mantuvo inamovible, con el Liverpool espeso a la hora de mover el balón y el City con más intención y pegada arriba. Este extremo quedó patente con el segundo gol, esta vez de Tévez a medias con Richards. Un cabezazo a puerta envenenado de Richards se coló entre las piernas de Reina con la colaboración de Tévez que apenas rozó el balón. Más difícil todavía para los ‘reds’ que no se escondieron en la reacción.